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El equilibro del funambulista.


Es muy aburrido seguir con la misma historia de siempre; no me motivan este tipo de juegos. Tal vez, mi falta de ganas de jugar, significan que me hago mayor, que estoy creciendo, y cambiando. Ahora busco el equilibrio, un equilibrio que nos quieren vender como estabilidad, pero que en realidad no es lo mismo. El equilibrio no ha de ser estable; es posible encontrar equilibrio en el caos, como en las chimeneas de azufre de la Cadena de las Marianas.

Es curioso cómo la sociedad nos intenta vender que el equilibrio es tener un trabajo estable, tener pareja, casarte, tener hijos, una casa, un coche, un perro... ¿Acaso, a lo largo de la historia, no se ha demostrado que tanta estabilidad crea inestabilidad en la gente? ¿Cuántas personas pierden la razón cuando a los 40, 50 años, observan su propia vida basada en la normalidad? Es entonces cuando aparece el caos, y ante la carencia de equilibrio, no se es capaz de dominarlo. La normalidad no siempre proporciona ese equilibrio tan necesario en nuestras mentes. Dependiendo de los factores personales, hay casos que indudablemente sí se pueden corresponder con este hecho; pero la gran mayoría de las veces nos venden la normalidad como la panacea del equilibrio en la vida, cuando en ocasiones, ser "normal" te desequilibra aún más.

No. El equilibrio está en nosotros mismos; y no me refiero a la manida frase de "estar bien con uno mismo", sino más bien al aspecto de funambulista que todos poseemos, ése equilibrio que tanto cuesta mantener. Un equilibrio interno que, a pesar de hacerte consciente de no estar bien a diferentes niveles, te hace seguir de pie, bien caminando, o bien aguantando los vértigos que te quieren hacer caer, junto al frío, los miedos, los vientos... Tú por dentro gritas, y todos tus átomos tiemblan con ese grito inmaterial tan real que te llena el alma; como si una Supernova a punto de colapsar por su propia fuerza gravitacional, en el mismo filo de la navaja. Sin mirar hacia abajo, sin dejar que las heridas, las mentiras o el miedo te tumben.

Éso es el equilibrio. Cierto es que un perro, la seguridad de un trabajo o una pareja pueden ayudarte a sentirte más seguro e incluso feliz. Pero, de un plumazo, todo esto puede desaparecer, y sólo te mantendrá de pie tu equilibrio de funambulista.
Pero, ¿sabes qué? Si lo pierdes por un momento y te caes, te puedes volver a levantar igual. Porque el equilibrio no habla de logros ni fracasos, como a veces tratan de vendernos con la "estabilidad" y "normalidad". No, no pierdes el equilibrio por caer, ya que hay que tener también equilibrio para levantarte.

Hablemos con propiedad, extendamos nuestros brazos. Caminemos sin miedo por la cuerda floja de la vida.

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